La segunda temporada de The Paradise no ha sido capaz de mantener los elogiosos comentarios que recibió la primera en buena parte de la blogosfera. En mi opinión algunos de los errores que se han cometido ya estaban presentes en su primer año de emisión, aunque quizá pasaron un poco más desapercibidos ante una trama mucho más interesante. Me refiero a la casi nula profundidad psicológica de la mayoría de los personajes secundarios, a la obsesión con introducirte en cada capítulo una trama inofensiva que concluya generalmente de forma agradable, o a esos momentos de Jonas como testigo de todos y cada uno de los acontecimientos que ocurren en la galería comercial, cual deidad omnipresente.
Lamentablemente la historia de los protagonistas en esta segunda temporada ha resultado de lo más decepcionante y carente de vida, y la relación entre ambos ha sido poco apasionada, e incluso desesperante en ciertas ocasiones. Tampoco ha ayudado demasiado que el nuevo malo de la función resultara demasiado folletinesco.
Lo mejorcito de la segunda temporada ha sido sin lugar a dudas el personaje y la interpretación de Elaine Cassidy, quizá uno de los personajes mejor desarrollados de la serie.
Mi puntuación:
Comencé a ver The Village con unas expectativas más bien altas. Me convenció al instante ese abuelito adorable que echaba la vista atrás y recordaba su infancia en un modesto pueblecito inglés a principios del siglo XX. Me recordó ligeramente a Las cenizas de Ángela, cuando vemos a ese crío que vive casi en la miseria con un padre alcohólico y una madre que no sabe qué hacer para suavizar la tensa relación entre su marido y su hijo mayor. También me causó buenas vibraciones la llegada al pueblo de una joven, Martha Lane, que daba la sensación de que iba a ejercer como una especie de revitalizante en un pueblo un tanto encorsetado. Un soplo de aire fresco, lo llaman. Como digo, la serie contenía muchos elementos a su favor, pero con el paso de los capítulos se me fue haciendo cada vez más cuesta arriba, resultando la mayoría de veces incluso aburridos.
El personaje de Martha Lane, que es la hija del reverendo, acaba teniendo menos peso de lo que me imaginaba. Básicamente su función se limita a adoctrinar al progenitor del crío protagonista, que evoluciona (o involuciona) de borracho amargado por el duro trabajo de cultivador a vago fanático religioso sin sangre en las venas. Quizá uno de los aspectos más interesantes de la serie es cuando su esposa pasa por una crisis de fe precisamente debido a la excesiva entrega de su marido a Dios, olvidándose de todo lo demás (dinero, sus hijos, el trabajo...). También es interesante el personaje del profesor que se niega a ir a la guerra por motivos morales (y también por miedo, cómo no), aunque lamentablemente no aparece tanto como me hubiera gustado.
En fin, se trata de una serie fallida y con personajes poco carismáticos, con ciertos hallazgos pero insuficientes como para que decida seguir viendo su segunda temporada.
Mi puntuación:
Por último, hace un par de semanas vi Death Comes to Pemberley, adaptación de la ultrajada novela de P.D. James que se ubicaba unos años después de los acontecimientos ocurridos en el clásico de Jane Austen Orgullo y prejuicio. La serie es un gustazo para los ojos, gracias a esos hermosos paisajes de la bucólica campiña inglesa y la magnífica mansión de Mr. Darcy como los dos elementos más destacables de la función.
En un principio me costó un poco aceptar a los actores en dos papeles tan emblemáticos como Mr. Darcy y Elizabeth Bennet, pero el buen hacer de los actores, Anna Maxwell Martin y Matthew Rhys, logró que en seguida conectara con ellos y los reconociera como una versión algo más madura de los personajes de Jane Austen. La relación íntima y cómplice que mantienen es lo que más me gustó de la miniserie.
El misterio me dio un poco igual, quizá porque Lydia y Wickham son dos de los personajes más detestables de la novela de Austen y no me interesaba nada lo que pudiera ocurrirles, y si él era o no culpable. Para mí su único aporte es que sirven de catalizador del conflicto que estalla entre Darcy y Liz (y sobre todo del propio tormento interior de ella).
Una miniserie con buenas interpretaciones, que entretiene y que tiene un misterio que captará la atención de más de uno.
Mi puntuación:
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